de la serpiente (Gn 3:15). Luego, ellos perdieron la esperanza en Caín porque él mató a su hermano Abel. Después, Adán y Eva renovaron su fe con el nacimiento de Set (Gn 4:25). Quizás él sería el que aplastaría la serpiente que los llevó al pecado. Mucho más tarde, otros conservaban la esperanza de victoria sobre el pecado y la serpiente. Un hombre llamado Lamec mostró esperanza cuando profetizó en el nacimiento de su hijo Noé (Gn 5:28–29). La promesa de redención fue trasmitida de padres a hijos,
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